11.07.2007

zumdada_Zion.mp3
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{Me desabrochaste la polera.

Me apretaste contra una pared y me levantaste la falda, y ni siquera me pediste permiso.
Cuando te pedí que no te fueras, te fuiste igual.

Nunca me besaste el cuello, y te despediste con un "qué hice".
No me quisiste dar tu mano, y nunca, nunca, me dijiste (siquiera) una sola palabra tierna. }

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Y no me importa. Verte pasar como si nada ya no tiene la gracia de antes. La mirada oblicua, el saludo de venia, los pasillos intercambiados y el arte de la evasión... ¿será que ya estamos muy viejos? ¿O será que ya no me la crees?
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Cuando traté de bailar contigo me quedé pegada mirándote aburrida.
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Juraría que algo te cambiaste. Te arreglaste, perfumaste, enchulaste como cacharro gastado. Eso, o tus labios tienen algo magnético. Porque ayer nos encontramos en el metro -justo en uno rojo de la línea 4-, y no pude mirarte a los ojos, de tantas ganas y de tanta vergüenza. Aún.
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Pero de que aquí no hay nada, no hay nada. Y esto, que no vuelva a repetirse.

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{Esto será entre tu y yo... al menos, hasta la próxima.}






7.30.2007

entrepairosyderivas_FernandoDelgadillo.mp3


Como miga de azúcar con mantequilla, como días de sol y nubes blancas, como café moca con espuma, como toallas celestes recién lavadas, como el color calipso, como caricias a manos entrelazadas y ojos a ojos y a bocas a bocas, y como una novela de Auster, como el olor de los aeropuertos, como los regalos sorpresa y los mensajes de texto antes de acostarse, como faldas vaporosas y mañanas de septiembre, y como dulces de paleta y cerveza oscura y mayonesa hecha en casa, como luces de autos bajo la lluvia y botas de agua estampadas, como el ruido de besos poco pensados, y como tus dedos bailando música sobre mi guitarra.

Solo quiero resumirte que al principio te pensaba, y que hoy contemplo en ti la costa a donde voy.


Y me muero, me muero de susto.




7.09.2007

lasvegas_FranciscaValenzuela.mp3






Y que se vaya con ella.















Es decir, filo, ¿no?




















7.01.2007

gratis_Babasonicos.mp3


Soñe que estabas tú y más gente. Había una especie de concurso o competencia, o vaya a saber una, pero estábamos en un colegio o universidad, y no estábamos juntos. Yo estaba de pareja con alguien, un alguien con quien sin embargo no podía encontrarme, y de alguna manera que no recuerdo, terminábamos besándonos, tu y yo, y dándonos cuenta que teníamos que estar juntos.

Cambia la escena. Voy con mi mamá por Enriquez, y pasa ella a la Dulcería Rozas a comprar la torta. Mientras la espero, me voy a buscarte al edificio de 17 norte, ese al frente del San Mateo, y aunque nerviosa, espero ansiosa que alguien me abra la puerta cuando toco el timbre de tu departamento. Podría haber sido una hermana o tu madre o tu padre el ente invisible que me recibe, el asunto es que llego a tu pieza tímida, porque no se si nuestro trato sigue en pie, si nos saludaremos como amantes, como amigos o como los desconocidos que hemos sido durante años. Te miro desde detrás de una mampara, y te sobresaltas. Quizás te estabas tocando, tu cara avergonzada me da la impresion que quizas lo hacías mientras pensabas en mí.

Y me regalas tu mejor sonrisa, esa de hombre semi desnudo en una cama. Quizás lo que siempre me gusto de ti fue esa mezcla amorfa de hombre sufriente y niño despierto, de pendejo maravillado con el mundo, de adolescente casi ingenuo. Me acerco y me saludas con un "hola amor", y yo me deslizo delicada entre tus brazos, me abrazas la cintura y me besas los labios.

Cuando desperté atontada, pude al fin recordar tus besos. Y ahora, dos años después escribo: Eran blandos, tiernos como espuma rosa y suaves como esponja.

Y qué pena.

Donde vos lo ves.

4.26.2007

unoentre1000_GustavoCerati.mp3
Mientras tanto.


Suspendida, parece hibernar.

(eso siempre lo has sabido).

Solo endivias como manjar.

(a mi siempre me han gustado esas lechugas con sabor a repollo, ¿sabes?)

La delicia, nada más criminal.

(¿y si no le contamos?¿y si esperamos que se de cuenta sola?)

Cuando lo crea oportuno.

(quizás nunca. aunque me muero de ganas)

Mientras tanto yo me encargo de evitarlo.

(solo porque nos está mirando. pero apenas se distraiga...)




4.07.2007

lalocuraautomática_LaSecta.mp3


Con el Daniel nunca me sentí mujer. Siempre me vi, a su lado, demasiado tosca, demasiado amig"o", demasiado rota y demasiado burda. No fue sino hasta que nos besamos que me sentí femenina, conciente de todo lo que tenía y de todo lo que le estaba provocando.

Pero esa fue la vez. Al día siguiente nos reímos y yo me avergoncé, pero al fin y al cabo no había pasado prácticamente nada, un par de besos ebrios y un chupón rosado en nuestro cuellos. Un agarre púber, las manos más ingenuas de mi vida, ron y risas, y a la semana ya no hablábamos de eso.

Con el Daniel nunca me sentí mujer, no hasta que me tuvo entre sus brazos y me acarició la espalda. Y nunca hasta ahora pensé que él, quizás, nunca se había sentido hombre sino hasta cuando le mordí los labios y le canté travesuras al oído. "Algo así como la locura automática"- le dije- "tú me tocas y yo no te dejo, y cometemos el mismo error denuevo, y nos reímos". Y me reía.

El Dani se reía pero ahora no se ríe, y me da la sutil impresión de que alguien ya no está conforme con nuestra relación androgenoide. Y quizás urge volver a tragarnos vasos de hormonas y coca cola, y volver a reirnos y volver a tocarnos, como si, en una de esas, ser mejores amigos hubiese pasado de moda.

4.02.2007

happyhour_Saiko.mp3
Entre copas, comenzamos.


Creo que se llama Francisco o Sebastián, o uno de esos nombres clonados de nuestra generación. Apenas me ve, se engancha con mis ojos- lo sé, porque lo mismo me pasa con las güaguas y los perros. Yo le pongo de nombre Rucio porque de su cabeza le cuelga una rasta de pelo seco y amarillo, y él repite que me parezco a la Tamara Acosta. Me río. Él no me despega los ojos.

La Gabriela lo encuentra mino así que me corro para el lado. Converso con un tal Pablo, que me guiña el ojo coqueto y amenazante. Me río nerviosa y los vodka naranja siguen llegando automáticos, como movilizados por invisibles hilos alcohólicos. El sabor del Eristoff nunca me supo tan bien, pienso, y mis mejillas arreboladas de calor se tensan y ensanchan.

No hay papelillos, así que el Rucio hace cigarros en la cocina con las páginas de un Nuevo Testamento. La Gaby le dice que no se preocupe, que en la casa hay hartos, y que sus papás no se van a dar cuenta. La Gaby no es bonita y el Rucio no esta ni ahí, y cuando le rechazo una piteada diciéndole que no fumo, no me cree. No estoy acostumbrada a que los minos generacionales me miren fijo, pero el vodka naranja me relaja y me río de sus halagos sofocados. Sí, si me habían dicho lo de mis ojos, que son los más lindos y expresivos del mundo, pero eso de que mi boca es perversamente erótica es nuevo, muchas gracias.

Me ataja cuando vamos saliendo y me besa el cuello. La Gaby no alcanza a ver nada, y se va feliz con una direccion de messenger anotada en su celular rosado. La Rosario esta encerrada en una pieza con un tipo de polera roja, y afuera, alguien de azul le pide explicaciones a la Vale. Esta amaneciendo y por la ventana del departamento alcanzo a ver un transantiago naranja. Suena Saiko, no conozco a nadie y el único que se portó bien hoydía fue Eristoff- pienso, mientras el Rucio insiste en tomarme por por la cintura, y me muerde el lóbulo de la oreja.

Me doy vuelta y mientras nos besamos escondidos detrás de un refrigerador, se me ocurre que apagada la luz fluorescente su rasta se ve más verde que rubia. Me toma por las caderas y me levanta sobre el mesón, y mis piernas ávidas de vaya a saber una que sentimiento lo aprisionan con soltura. Cuando me susurra Tamara Linda me siento actriz de una porno fetiche o de una película chilena de bajo presupuesto, y no me molesta nada en verdad. No hasta que siento el golpe en la espalda y el portazo, y entre ciega y asustada palpo a tientas lo que peligrosamente parece ser una Biblia. Lanzada, sin duda alguna, con muy buena puntería y algo de enojo.

Por interno Eristoff me informa que éstas, las mías, no son mas que divagaciones alcohólicas, y mi pelicula sigue... bueno, rodando.

En telarañas, y a mentir.


4.01.2007

samson_ReginaSpektor.mp3



You are my sweetest downfall- I loved you first.

(Uno de estos días voy y te cuento todo, ¿vale? Pero tú piola.)


Beneath the sheets of paper lies my truth.






[la version larga, antigua, lenta y con la que gano menos plata- 3:51 min]

3.31.2007

detalles_JavieraParra.mp3


Te cuento un secreto?

Hoydía nos reímos juntos (mi sonrisa lo mismo así) y te juro, te juro que me sonó la güata.


Y yo que pensaba que los bichos esos se habían muerto todos...


3.22.2007

acquiesce_Oasis.mp3


A mí el nuevo me gusta porque es alto, moreno, y porque no esta ni una pizca interesado en mí. Yo al nuevo no le gusto porque no soy ni misteriosa ni callada, porque soy franca y porque soy aburrida, y porque mis ojos parecen huevos de lo mucho que los puedo abrir cuando lo descubro mirándome.

I don't know what it is that makes me feel alive.

A mí el nuevo no me produce nada de lo que me produjeron los otros, esa mezcla de lujuria barata y amor tercermundista, que me cerraba los ojos como persianas pobres. Y quizás por eso me gusta. Algo hay en sus ojazos tontones y en sus manos grandes que grita YoNuncaTeHaréDaño. Algo predecible, algo medio cristianoide, algo como Coldplay de música de fondo: cliché, simple, agradable. Melódico, incluso.

Yo con el nuevo nunca he soñado, y aunque decirlo ahora pueda sonar soberbio- con lo poco que nos conocemos y con lo poco que llevamos viéndonos- no creo que jamás lo haga. No me imagino odiándome porque lo vivido durante la noche fue solo producto de mi imaginación hiperbólica. No me imagino apretando los ojos furiosa porque esta vez sí había creído que era cierto. No me imagino tarareando inerte esa canción gritona que tanto te gustaba: I know we're going to uncover what's sleepin' in our soul. Esa misma.

{Anoche soñé contigo y no le llegabas ni a los tobillos al nuevo. Y en el sueño me reía de tu estupidez de pendejo soso, y me tomabas las manos y me besabas los ojos}

A mí el nuevo me gusta porque no eres tú, y porque soy franca y aburrida y cero misteriosa, y así el nunca nunca podrá enamorarse de mí. O siquiera imaginárselo.

I hope that I can say the things I wish I'd said.


9.21.2006

eco_JorgeDrexler.mp3
Esto que estás oyendo, ya no soy yo.

Como que me das entre risa y pena. Más pena que risa, en verdad, pero no negaré que se me escapan un par de carcajadas de cuando en cuando.

Supongo que ya no te quiero con limón y sal, porque creo que sí te hacen falta un par de cambios. Si estuviese en mis manos, lo primero que haría sería prohibirte afeitarte, porque te juro que te ves de doce y más lento de lo que ya eres. Segundo, no te aguantaría más de una burla por semana, porque aunque admito que adoro tu sonrisa de pendejo cruel, la prefiero cómplice antes que agresiva. Tercero, me tendrías que decir que me quieres todos los días. No es broma. Todo porque no confío y porque jamás estaría segura de que tu afecto- si llegase a existir- es real, y no una de tus tantas burdas bromas.

Palos viene y palos van. Así estamos ahora. Algo así como la etapa cuarta y final antes de que nos demos lo mismo, una especie de guerra infantil en la que, por lo menos, nos hablamos un poquito. Nunca tanto como en las etapas primera y segunda, donde fuimos amigos y posibles-algo, pero bastante más que en la tercera, donde yo no te miraba y tu te dabas vuelta si nos topábamos de frente. Ahora nos turnamos: yo te ataco, tu me atacas, yo respondo y tu te ríes.

Nos detendremos, eventualmente. En algun minuto todo nos parecerá demasiado incoherente, los insultos, las risas por lo bajo. Nos miraremos como extraños, nos saludaremos cuando corresponda y pasaremos a ser parte de un pasado olvidado e indiferente. De un presente más maduro.

Mientras tu te sigas riendo de mí y de mis locuras, yo no me sentiré tan pequeña por escribirte cosas como ésta, ni tan ingenua por creer que todo esto que no te dije, todavía te importa.

Y es por eso que todavía eres un alivio.




3.19.2006

cuandopaseeltemblor_sodastereo.mp3
Será un buen momento.

Con el Matías aprendí que la vida no es como la pintan en las comedias románticas. Que descubrirlos mirándote no significa que te amen en secreto. Que no porque te salga la letra de su nombre cuando juegas con el tab de la bebida, están destinados a estar a tu lado para siempre.

El caso del Matías fue lamentable. Lamentable, porque si en algun momento pensé que era capaz de controlarlo todo, solo bastó que apareciera para descolocarme para siempre. Ya no me gusta, es cierto, pero Dios mío cuánto me gustó. Y cuánto lo odie cuando me di cuenta de que por muy sabia que yo fuese y que por mucho que diese los mejores consejos del mundo, con él no sabía hacer nada de nada.

Desde entonces que detesto que me guste alguien. Una, porque mi maldito colon irritable no para de irritarse cuando ese alguien se me viene a la cabeza. Dos, porque mágicamente olvido cómo mierda es que solía tratarlo antes que me gustase, y sólo por si a caso, opto por tratarlo pésimo. Y tres, porque mi frágil autoestima termina no aguantando la idea de que semejante especimen, ese encantador macho alfa, el objeto de mis afectos, no note mi presencia. Cosa que suele no hacer, una vez que me ve retorciéndome en el suelo con dolor de guata y contestándole a sus preguntas de amigo preocupado con ironías mordaces y pesadeces varias.

Así que así es como me hallo: completa y absolutamente enfadada conmigo misma. Porque he aquí lo que no puedo controlar: mi propia mente, mi siquis revuelta y mi imaginación hiperbólica. Porque no quiero que mis intestinos se tensen, y menos que nada, no quiero tratarlo mal.

Y ya empecé a hacerlo, lo que solo puede significar una cosa.

Despiértame cuando pase el temblor.